Lo cierto es que cada vez entiendo menos este
mundo. O es el mundo el que no me entiende a mí, puede ser. Ansiamos tener algo
y cuando lo tenemos ya no lo queremos. Queremos aquello que no tenemos y no
valoramos lo que tenemos. Queremos que
nos quieran pero no probamos a hacerlo nosotros antes. Miramos con anhelo lo
que ya pasó, imaginamos inútiles lo que pasará, y vivimos lo que está pasando
como un mero trámite. Nos quejamos de que todo lo malo nos pasa a nosotros y
cuando nos pasa algo bueno ni si quiera nos damos cuenta. Somos ignorantes de
la vida que vivimos, ignorantes de nosotros mismos. Cuantas veces nos habrán
dicho o habremos escuchado la famosa frase "total, no pierdes nada" y
al final acabamos perdiendo más de lo que pensábamos. Cuantas veces pusimos la
mano en el fuego por alguien y nos acabamos quemando hasta casi perder las
huellas dactilares. Incluso alguien que las puso por nosotros puede que también
se quemara. Pero así es la vida, llena de contradicciones. Lo cierto es que
casi todo lo que ganamos lo hacemos perdiendo. Confianza con desconfianza, fuerza
con debilidad, valentía con cobardía, amor con desamor. Nada es nadie sin su
opuesto. O quizás las personas no. No sé si dos personas opuestas se atraen o
si las semejantes chocan. También hay maneras de querer, tantas como personas
en la faz de la tierra. Y maneras de olvidar, aunque realmente nunca se olvide.
Porque dos personas olvidándose solo están queriéndose
de otra manera. Y ahí estoy yo, ignorante.
Donde hay partes del camino que me aterran tanto que las cruzo de
puntillas para no hacer ruido. Donde miro al suelo porque prefiero pisar el
presente y dejar de vislumbrar futuros. Donde yo misma me contradigo cuando al
levantarme, la mano que se muestra tendida es la misma que me retiene.
Y lejos de todo, habrá quien
nunca te encuentre, nunca te busque, nunca te lea, nunca te espere y siempre te
inspire.
Lo cierto es que cada vez entiendo menos este
mundo. O es el mundo el que no me entiende a mí, puede ser. Ansiamos tener algo
y cuando lo tenemos ya no lo queremos. Queremos aquello que no tenemos y no
valoramos lo que tenemos. Queremos que
nos quieran pero no probamos a hacerlo nosotros antes. Miramos con anhelo lo
que ya pasó, imaginamos inútiles lo que pasará, y vivimos lo que está pasando
como un mero trámite. Nos quejamos de que todo lo malo nos pasa a nosotros y
cuando nos pasa algo bueno ni si quiera nos damos cuenta. Somos ignorantes de
la vida que vivimos, ignorantes de nosotros mismos. Cuantas veces nos habrán
dicho o habremos escuchado la famosa frase "total, no pierdes nada" y
al final acabamos perdiendo más de lo que pensábamos. Cuantas veces pusimos la
mano en el fuego por alguien y nos acabamos quemando hasta casi perder las
huellas dactilares. Incluso alguien que las puso por nosotros puede que también
se quemara. Pero así es la vida, llena de contradicciones. Lo cierto es que
casi todo lo que ganamos lo hacemos perdiendo. Confianza con desconfianza, fuerza
con debilidad, valentía con cobardía, amor con desamor. Nada es nadie sin su
opuesto. O quizás las personas no. No sé si dos personas opuestas se atraen o
si las semejantes chocan. También hay maneras de querer, tantas como personas
en la faz de la tierra. Y maneras de olvidar, aunque realmente nunca se olvide.
Porque dos personas olvidándose solo están queriéndose
de otra manera. Y ahí estoy yo, ignorante.
Donde hay partes del camino que me aterran tanto que las cruzo de
puntillas para no hacer ruido. Donde miro al suelo porque prefiero pisar el
presente y dejar de vislumbrar futuros. Donde yo misma me contradigo cuando al
levantarme, la mano que se muestra tendida es la misma que me retiene.
Y lejos de todo, habrá quien
nunca te encuentre, nunca te busque, nunca te lea, nunca te espere y siempre te
inspire.
Lo cierto es que cada vez entiendo menos este
mundo. O es el mundo el que no me entiende a mí, puede ser. Ansiamos tener algo
y cuando lo tenemos ya no lo queremos. Queremos aquello que no tenemos y no
valoramos lo que tenemos. Queremos que
nos quieran pero no probamos a hacerlo nosotros antes. Miramos con anhelo lo
que ya pasó, imaginamos inútiles lo que pasará, y vivimos lo que está pasando
como un mero trámite. Nos quejamos de que todo lo malo nos pasa a nosotros y
cuando nos pasa algo bueno ni si quiera nos damos cuenta. Somos ignorantes de
la vida que vivimos, ignorantes de nosotros mismos. Cuantas veces nos habrán
dicho o habremos escuchado la famosa frase "total, no pierdes nada" y
al final acabamos perdiendo más de lo que pensábamos. Cuantas veces pusimos la
mano en el fuego por alguien y nos acabamos quemando hasta casi perder las
huellas dactilares. Incluso alguien que las puso por nosotros puede que también
se quemara. Pero así es la vida, llena de contradicciones. Lo cierto es que
casi todo lo que ganamos lo hacemos perdiendo. Confianza con desconfianza, fuerza
con debilidad, valentía con cobardía, amor con desamor. Nada es nadie sin su
opuesto. O quizás las personas no. No sé si dos personas opuestas se atraen o
si las semejantes chocan. También hay maneras de querer, tantas como personas
en la faz de la tierra. Y maneras de olvidar, aunque realmente nunca se olvide.
Porque dos personas olvidándose solo están queriéndose
de otra manera. Y ahí estoy yo, ignorante.
Donde hay partes del camino que me aterran tanto que las cruzo de
puntillas para no hacer ruido. Donde miro al suelo porque prefiero pisar el
presente y dejar de vislumbrar futuros. Donde yo misma me contradigo cuando al
levantarme, la mano que se muestra tendida es la misma que me retiene.
Y lejos de todo, habrá quien
nunca te encuentre, nunca te busque, nunca te lea, nunca te espere y siempre te
inspire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario