A veces tengo la
sensación de que las personas y en particular yo, vivimos con miedo a perder.
Me considero alguien que sabe apreciar lo que tiene, y realmente con muy
poquito soy feliz. No necesito grandes caprichos, aunque eso no quiere decir
que no sea caprichosa. De hecho lo soy, y mucho. No solo me refiero a cosas
materiales, también vivimos con miedo a perder a otras personas. Realmente me
doy cuenta que ese miedo no sirve de nada. Las personas que quieran estar en tu
vida lo estarán, y hay de todas las clases. Hay quien se instala para un tiempo
indefinido, otros que prefieren estar unos meses de alquiler, u otros valientes
que se han hipotecado en nuestras vidas para siempre. Y aunque es cierto que no
soy de las que piensan que algo pueda durar para siempre, creo que hay lazos
irrompibles, relaciones con magia, compenetraciones perfectas y químicas
especiales. Pero realmente, ¿cuántas
cosas perdemos por miedo a perder? ¿Cuántas cosas dejamos de decir, y nos
callamos? ¿Cuántas veces se nos enciende el alma, y dejamos que nos consuma el
calor? Tememos perder, tememos amar, tememos añorar, tememos necesitar,
dejarnos llevar, tememos lo que está por venir, y lo que no escribimos con tiza
en la pared...
Podemos perder muchas cosas o podemos ganar muchas mas, todo depende de
nosotros, de saber vencer las dudas e incertidumbres de las que a veces somos
victimas, de saber tomar una decisión y mantenerla hasta el final, o desear
algo y hacer lo que esté a nuestro alcance por lograrlo. Hace tiempo que me di
cuenta que a veces los cambios, las pérdidas, no tienen por qué ser negativas.
Que existen cambios que te hacen abrir los ojos de tal manera que parece que
veas las cosas en alta definición. Con esto no digo que nos importe una mierda
la gente, obviamente no. Sólo que a veces nos olvidamos de que lo realmente importante
es el ahora o el presente, porque como dice mi abuela…mañana Dios dirá. Admiro
a esas personas que van en contra de algo que aparentemente es lo correcto, que
saben vivir la vida de manera diferente a como supuestamente hay que vivirla.
Porque en esta vida hay que nacer, crecer, formarse, estudiar, trabajar, formar
una familia y morir. Y si cumples todos esos requisitos habrás vivido una vida
plena. Pues oye no, lo correcto en mi opinión no puede ser un término
universal. Lo correcto que es para mí, no debe ser lo correcto para todo el
mundo. Y que no robar en un supermercado es lo correcto, quizás lo sea para el
político de turno que gana 6.000 euros al mes, pero no para un padre que no
tenga para dar de comer a sus hijos. Yo opto por arriesgarnos a vivir la vida como
queremos vivirla y no como debemos vivirla. A ser el peón, el caballo, el rey y
la reina de nuestra partida, y a mover las fichas como nos de la real gana. Perdemos
por miedo a perder tantas cosas como no ganamos por miedo a ganar.
Arriésgate.